Discursista: Ruina
Buenas noches a todos y todas los aquí presentes. Primero que nada quiero agradecer la invitación y el espacio. Como bien decía la convocatoria estamos sumergidos en una profunda crisis de imaginación política. Una crisis que afecta particularmente a la imaginación militante y a la imaginación artística.
Quiero contarles algo. Invité a disertar acá a muchos amigos y muchas amigas. Todos y todas ellas con grandes ideas. Ideas elaboradas con inteligencia, pasión y convicción. Opiniones. Para ser honesta, conozco muchas más tipas con grandes ideas que tipos con grandes ideas. No lo digo con malicia, es un hecho fáctico. Sin embargo, a la hora de pensar en dar un discurso, sólo amigos, tipos, se animaron.
Por otro lado, sé que de los candidatos que nos van a honrar con su palabra esta noche, los que provienen del mundo de la militancia son la minoría. La mayoría somos actores y poetas. Esto es un dato de color, algo anecdótico, para pensar.
Lo que en realidad quiero decir es: ¿Qué nos pasa? ¿Qué nos pasa que no nos animamos a desarrollar frente a un pequeño público de desconocidos ávidos de escucharnos una, o dos o a lo sumo tres ideas que consideremos relevantes? ¿Por qué es tan difícil imaginar públicamente? ¿Por qué nos cuesta imaginar frente a los otros, incluso en el marco –y con todo el respeto que le tengo a la Yihad, la casa que nos alberga y la posibilidad del juego– incluso en el marco de un evento con vía libre para la paparruchada?
Lo pregunto compañeras y compañeros, porque me parece que es una pregunta fundamental. Porque creo que hemos estado viviendo de una forma muy mezquina, sometidos a un esquema que amputa nuestra capacidad de vivir conforme a lo que pensamos, sentimos y queremos. Mezquindad, compañeros y compañeras. Nos falta generosidad y nos sobra tacañería. Y no por maldad sino por default. Por vivir acá y ahora. Nos acostumbramos a reservar nuestras grandes ideas para la seguridad de las conversaciones íntimas, la recompensa de la opinión remunerada por algún medio de comunicación, canal de stream, por algún referente capaz de elevar nuestro perfil o por unos miserables usuarios de las redes sociales.
Es así que cuando aparece una plataforma para ordenar y compartir qué es lo que diríamos, si tan sólo nos escucharan, nos replegamos. Yo misma he ido a una asamblea estudiantil de mi querida facultad de filosofía y letras, pocas semanas atrás, y me indigné. Me indigné por la falta de registro que tenían los militantes respecto a quién le hablaban, para qué le hablaban, de qué le hablaban. Ver a los militantes subir y bajar de la tarima era como mirar historias de Instagram: un soliloquio atrás del otro, declaraciones que ya todos conocíamos hilvanadas para circular en el mundo infinito del algoritmo digital y no para construir algo concreto con los cientos de estudiantes que tenían enfrente, listos para hacer ALGO. Un desfile de carácter especulativo, con pocas ideas y mucha perfo. Y no hay nada peor que una perfo sin ideas. Digo que yo misma me fui ese día sin subirme a decir lo que creía pertinente, y me acosté a la noche, y no me pude dormir pensando en lo que podría haber dicho. Estoy segura que a todos les pasó eso alguna vez.
Hoy me subo acá y sé a quién le hablo. Les hablo a ustedes compañeros y compañeras, intuyo por qué están acá y sé que hoy no vamos a salir de acá con un plan de gobierno o un comunicado berreta. Por eso no voy a proponer soluciones programáticas, eslogans que tengamos que repetir como loros o sueños que no hemos madurado lo suficiente para salir a conquistar. Voy a ir muchos pasos antes, y voy a traer unas pocas palabras más. Son palabras viejas con por lo menos 80 años de edad.
Porque a las cosas hay que llamarlas por su nombre, porque es URGENTE que nos despojemos del cinismo y volvamos a vivir remitiendo al carácter ideológico de nuestra existencia. Porque necesitamos volver a hacer, pensar, sentir y callar por CONVICCIÓN y no para ser cancheros, para ser simpáticos, para ser exportables, para ser candidateables o adinerados. Porque tenemos que dejar de concederle a las corporaciones de la distracción y al embrutecimiento terreno en nuestra vida diaria, de darle la mano a la cultura de la decadencia moral, ética y estética. Porque no hay que negociar más con el cinismo, porque hay que volver a poner en valor la ternura y la conmoción verdaderas.
Les digo, y les pido por un lado que disculpen la licencia lírica por la cual voy a hablar de hombres para referirme a sujetos en general. Lo que pasa es que originalmente, el autor que escribió el discurso que traigo hoy utilizó la palabra hombres. Y la palabra hombres tiene una potencia sonora grande. Cambiarla arruina la cadencia del discurso. Sepan disculpar la licencia.
Y por el otro, les pido que tengan la altura y la valentía para pensar en los hombres de los que les voy a hablar con también nuestros propios pares, además de los hijos de puta que crearon las redes sociales y las alimentan, los empresarios millonarios que se dividen la riqueza de nuestro país y los políticos siniestros que se encaman con el poder internacional para empobrecernos y embrutecernos.
COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS: no nos entreguemos a una manga de brutos. Hombres que nos detestan, que rigen nuestras vidas, nos dicen qué hacer, qué pensar y qué sentir. Que nos taladran, nos convierten en dietas los unos para los otros, mientras nos matan de hambre. Que nos tratan como ganado, nos usan como carne de cañón. No nos entreguemos a estos hombres antinaturales, mercenarios, hombres algoritmo con cerebros algoritmo y corazones algoritmo. No son solamente los dueños de todo estos hombres. Están entre nosotros y sobre todo en nosotros. Dentro nuestro. Es nuestra tarea expulsarlos.
Salgamos a la vida para defender la ternura, la inocencia, el poder de elegir qué decimos, cuándo lo decimos y a quién se lo decimos. Asumamos el peso de esa complejidad porque el mundo, la humanidad, el futuro, no están lejos, compañeros y compañeras, están en nuestras manos.
Discursista: Lucho
¡Buenas! ¿cómo están?
Yo voy a arrancar hablando de Elon Musk. La verdad es que a fin de año, cuando pensaba en el discurso que iba a dar hoy, no se me ocurría sobre qué carajo hablar. Hasta que volví de las vacaciones y vi que en la asunción de Donald Trump como presidente de EEUU estaba presente Elon Musk y pensé: ´ya que esto es la Yihad contra las corporaciones de la distracción, por qué no hablar un poco del dueño de twitter´.
El tipo además es dueño de Tesla, de Space y de xAI. Todas empresas vinculadas a la innovación tecnológica: Tesla se dedica a la fabricación de autos eléctricos, Space a la industria satelital y xAI a la inteligencia artificial. Y como si eso fuera poco, es el dueño de twitter y el hombre más rico del mundo. Tiene 400 mil millones de dólares, lo que equivale a tener 13 Bancos Centrales de la República Argentina. Es decir que tiene 13 veces más guita que todos los argentinos juntos… hablando de concentración de la riqueza.
Me preguntaba cómo hizo toda esa guita y la respuesta es, contrario a su discurso, que la hizo gracias a la ayuda del Estado: subsidios, exenciones impositivas, créditos a tasa subsidiada, etc. Es decir que hubo un Estado (el Estado norteamericano) que decidió asumir el riesgo e invertir en las empresas de Elon Musk cuando estas aún no eran rentables, al menos en el corto plazo.
Y el otro día, Elon Musk estuvo presente en la asunción de Trump porque ahora forma parte de su gabinete. Es ministro de eficiencia en no sé qué carajo, y resulta que el gobierno de EEUU aumentó los aranceles a la importación de autos eléctricos chinos. Los aranceles son un impuesto a la importación, es decir, una barrera impositiva que usan los Estados para proteger al mercado interno y a sus industrias frente al ingreso de productos extranjeros. Decía entonces que EEUU, a esos aranceles que ya existían para los autos eléctricos chinos, los aumentó al 100%.
¿Y qué es lo que produce Elon Musk en Tesla?
Autos eléctricos.
O sea que el tipo no solo necesitó de la ayuda del Estado cuando “recién estaba empezando”, sino que aún hoy, siendo el más rico del mundo y teniendo todo el imperio de empresas que tiene, sigue necesitando de la ayuda del Estado para poder venderle un auto a alguien. Porque la verdad es que, si no fuera por la protección del Estado a través de aranceles, los yankees no comprarían los autos de Tesla. Comprarían los autos eléctricos chinos, que son más baratos, y Elon Musk no le vendería un puto auto a nadie. Entonces, más allá del discurso, nada de competencia perfecta ni de libre mercado: full proteccionismo.
Ahora bien, en este sentido lo que hace el gobierno de Trump está bien: proteger a la industria nacional y cuidar el trabajo y los salarios de los yankees, que para eso lo votaron.
En cambio acá el gobierno de Milei, en lugar de aplicar medidas proteccionistas, abre las importaciones y genera, por ejemplo en el caso de la industria del acero, que una empresa tan importante y estratégica para el desarrollo nacional como es Acindar tenga que despedir y suspender a más de mil empleados y alcance los niveles más bajos de producción en su historia, como consecuencia de la apertura de importaciones y del ingreso del acero chino, que es más barato y con el cual Acindar no puede competir.
Acá en Argentina no tenemos un Elon Musk, lamentablemente. Y digo lamentablemente no porque Elon Musk me caiga bien sino porque sería bueno tener empresarios que inviertan en innovación tecnológica y en aquellos sectores de la economía que son estratégicos para nuestro desarrollo. Por ejemplo, el caso del litio. Sería clave tener empresarios nacionales que decidan invertir en la industrialización del litio e incluso que tengan un proyecto de desarrollo nacional en esa línea. Porque lo que tenemos que hacer con el litio es industrializarlo: extraerlo, sí, pero además fabricar las baterías de litio y los autos eléctricos acá en Argentina. Es decir, lo opuesto a lo que hace el gobierno de Milei, que regala nuestros recursos naturales con la Ley Bases y exporta el litio como materia prima, sin agregarle valor, para que después las baterías y los autos eléctricos se fabriquen en EEUU y te los termine vendiendo Elon Musk. Generando por un lado puestos de trabajo con elevado poder adquisitivo en EEUU y, por otro lado, desempleo y salarios de miseria en Argentina.
Pero en lugar de tener un Elon Musk, acá lo más parecido que tenemos es un tal Marcos Galperín. Que no es el más rico del mundo, pero sí el más rico del país. Dueño de Mercadolibre, este tipo también la hizo gracias a la ayuda del Estado. Porque en el año 2023 Galperín cobró del Estado nacional, en concepto de exenciones impositivas, 100 millones de dólares. Y mientras esto ocurría, el tipo con una mano agarraba la guita del Estado y la otra la usaba para twittear hipócritamente en contra de la intervención del Estado en la economía, a favor del libre mercado y de la campaña de Milei.
Entonces la discusión no es si hay Estado o si no hay Estado. Estado hay y va a haber siempre. La discusión entonces es qué hace el Estado con los recursos que son del pueblo argentino, de todos nosotros. A quién subsidia y a quién deja de subsidiar. A quién le cobra impuestos y a quién le deja de cobrar, cuánto les cobra, etc. Cuando este gobierno asumió, en diciembre de 2023, los trabajadores ya habían dejado de pagar el impuesto a las ganancias y el Estado había dejado de cobrar el IVA a los alimentos. Y a pesar de haber asumido con el discurso de basta de impuestos, volvió ganancias para los trabajadores y volvió el IVA a los alimentos. Pero sí hubo un impuesto que sacaron: el impuesto a los bienes personales. Un impuesto que pagaba solamente el 5% más rico del país y mediante el cual el Estado nacional recaudaba el 0,14% del PBI, frente al 0,04% que necesita para garantizar el financiamiento de todas las universidades del país.
Eso por el lado de los impuestos. Ahora, por el lado de los subsidios, el Estado subsidiaba a las universidades públicas, las becas Conicet y los medicamentos de los jubilados, entre otros. Ahora todo eso se dejó de subsidiar, ¿y qué es lo que se subsidia hoy? El carry trade (la bicicleta financiera). ¿Y cómo lo hace? Garantizando una alta tasa de interés en pesos. ¿Cuán alta? Más alta que la inflación y más alta que la devaluación del dólar. Entonces de esta manera, los grupos concentrados de la economía no invierten en industrializar el litio ni en innovación tecnológica, sino que ponen la guita en bonos o plazos fijos en pesos. Ingresan los dólares con el blanqueo, los pasan a pesos, con esos pesos compran bonos o abren plazos fijos en pesos, ponen a trabajar la plata y cuando consideran que la ganancia generada es suficiente o que el riesgo que están asumiendo es alto, se retiran. Cobran los bonos, cierran los plazos fijos, pasan los pesos a dólares, los fugan y a nosotros nos queda la deuda. Como ya pasó con el gobierno de Macri en 2019, que terminó en el FMI con la deuda más grande de la historia del organismo.
Ahora Caputo está viendo si consigue otro préstamo del FMI para ver si con esos dólares puede tirar hasta las elecciones de este año, o dos años más para la reelección. A ver si, proscripciones mediante, le alcanza para ganar las elecciones. Porque no sea cosa que ella, contra las tapas de Clarín, contra las fake news, contra las condenas, contra las causas inventadas y contra toda la guita del Fondo Monetario Internacional pagándote la campaña, te vuelva a ganar otra elección como ya hizo en 2019.
Entonces compañeros, este año es muy importante y me parece que tenemos que reivindicar estos espacios y estas instancias de debate, de discusión y de reflexión para poner en común las distintas miradas y propuestas que tengamos. Me siento interpelado por las convocatorias de la Yihad y por la causa. Construyamos esa representación política genuina y legítima que necesitamos para que no vuelva a pasar lo que pasó el año pasado con esos legisladores que llegan a una banca habiéndose comprometido con la defensa de la Soberanía Nacional y la Educación Pública, y que después terminan vendiéndose y vendiéndonos por dos monedas, votando la Ley Bases que entrega nuestros recursos naturales o aprobando el veto de Milei al presupuesto universitario. Construyamos la Argentina que necesitamos. Esa Patria justa, libre y soberana. La Patria que soñaron los 30 mil.
Muchas gracias.